Un recorrido a pie a través de toda Bilbao, la que fue, es y será, que comienza en la Ribera de Zorrozaurre, y termina en el Mercado de la Ribera, siempre por la margen derecha de la ría.
Ribera de Zorrozaurre
La ribera de Zorrozaurre saluda con fuerza. Los pabellones de empresas, la post-industrialización transmiten el Bilbao más industrial, aquel de los grandes astilleros, de la metalurgia y del carbón. En esta ribera se encuentran sus señales, sus recuerdos, la arquitectura industrial, con edificios abandonados o en ruinas que conviven con otros en funcionamiento.Al cercano canal de Deusto siguen llegando barcos de todo el mundo, que podemos ver alzando un poco la mirada.
Dejamos atrás la Ribera de Zorrozaurre para adentrarnos en la Ribera de Deusto y encontrarnos con el nuevo Bilbao.
Ribera de Deusto
Sale a nuestro paso el puente Euskalduna, una edificación de ultima época que soporta una enorme intensidad de trafico y nos invita a adentrarnos en la margen derecha de Bilbao, junto a un paseo construido sobre los terrenos que hace unas décadas simbolizaron la industrialización de Bilbao, los astilleros de Euskalduna, de los que recibe el nombre. En homenaje a ellos se recuperó una de sus grúas, la ‘Carola’,situada junto al Museo Marítimo, un museo que recupera la memoria del gran Bilbao.
El puente nos une con el Palacio Euskalduna, novedosa edificación, una apuesta por un Bilbao de servicios, más abierto, más cultural, más universal, que recibe eventos de gran importancia.
Seguimos adelante y encontramos el Puente de Deusto, otro símbolo del antiguo Bilbao, que nos acerca a la popularmente llamada ‘Campa de los ingleses’, refugio de los adinerados burgueses del siglo XIX y posteriormente anexionado para la industrialización, y donde se ha edificado el centro comercial Zubiarte y la espectacular torre Iberdrola, visible desde cualquier punto de la ciudad.
Seguimos por el margen de la ría, y frente a nosotros hallamos la Universidad de Deusto, en cuyas facultades podemos encontrar todo un abanico arquitectónico, uniendo la elegancia de los edificios ‘clásicos’ con las nuevas corrientes. Y justo enfrente, la nueva carta de presentación de Bilbao al mundo, el Guggenheim, una de las obras arquitectónicas más importantes del siglo XX. Su ‘caparazón’ de titanio nos sumerge en una dimensión futurista, que al mismo tiempo que se une con la historia de la ría, integrándose con el Puente Príncipes de España, mas conocido como ‘La Salve’, herencia del Bilbao industrial.
Paseo Campo de Volantín
Seguimos por el agradable paseo del campo Volantín y encontramos un nuevo puente, la Pasarela Calatrava, conocida por los bilbainos como Zubizuri (“puente blanco”), compuesta por un suelo de vidrio, desde la que podemos observar una nueva dimensión de la ría.
Esta pasarela nos lleva al recientemente remoledado Muelle de Uribitarte, construido como un nuevo paseo a través de la margen, y donde vigilan las imponentes torres gemelas de Isozaki.
Continuamos nuestro camino y nos encontramos con el Ayuntamiento, que se une a Bilbao gracias a el Puente del Ayuntamiento, otra nueva invitación a la unión de los dos márgenes.
Muelle del Arenal
Recorriendo el Muelle del Arenal camino hacia nuestro destino, nos encontramos en el corazón de Bilbao,en un mundo urbano, bullicioso. Y desde el Puente del Arenal divisamos ya el teatro Arriaga, de gran belleza, uno de los referentes de la vida cultural. Continuando el recorrido por el muelle seguimos contemplado la magnificencia del Teatro en su fachada principal, lateral y trasera, y en su bello reflejo sobre las aguas de la ría.
Cercanos ya a las Siete Calles de Bilbao, el Casco Viejo, sale a nuestro paso el Puente de la Merced, también sale a nuestro paso. Los edificios de la calle Bailén a nuestra derecha evocan un Bilbao mas clásico, mientras el Casco Viejo nos muestra un pasado medieval de callejuelas estrechas.
Ribera
Alcanzamos el Puente de la Ribera, y ante nosotros está el Mercado de la Ribera, cita diaria de comerciantes y consumidores, el mercado cubierto más grande de Europa.
Desde aquí podemos terminar nuestro recorrido reponiendo fuerzas con unos pintxos y un txakolí en cualquiera de los muchos bares del Casco Viejo.
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